Estamos equivocados. Sí. Vosotros y yo también. Me ha dado por preguntar algo tan simple como, ¿qué entiendes por turismo rural? Las respuestas han sido de lo más diversas: “ir al campo”, “estar en un pueblo con señores de pueblo”, “ir a una casa rural a desfasar”, “aislarse de la ciudad”, “ir a la montaña”, “vivir con chimenea”, etcétera. Vaya, todas son ciertas, me digo. Todas tienen su parte de verdad y quizás uniéndolas, hasta nos saldría una definición de turismo rural, poco convencional eso sí, pero ahí estaría.
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Y me ha dado por reflexionar. Por mirar a mí alrededor cual hombre ermitaño que acaba de llegar a la gran ciudad y mira en ese plan mezcla entre asimilación y análisis. ¿De verdad el turismo rural es algo tan simple?, en el buen sentido claro. ¿De verdad todo se resume en lo leído anteriormente? ¿No se puede hacer nada más? Y entonces el silencio. La calma antes de la tempestad.
Ya estás cogiendo el paraguas, porque se avecina en este texto una lluvia, una tormenta de planes para hacer en cualquier escapada rural. Porque la definición que sacamos en el primer párrafo es tan insuficiente e incompleta, como infinita. Sin más miramientos, por si acaso mañana empiezas tu viaje, vamos a conocer algunas de las muchas alternativas que ofrece nuestro admirado turismo rural.
Convivir y conocer a los animales
O dicho en otras palabras, meterse en una granja. Para no dispersarnos vamos a poner un ejemplo. La Granja de Can Turró, en Santa María Palautordera, por la zona de Vallés Oriental, en Barcelona. ¿Y qué hacemos aquí?, os preguntaréis cuando estéis ya con el sombrero de paja. Pues algo tan simple, divertido y desconocido, como aprender desde la práctica, el día día y la forma de trabajar en una casa de payés.
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Y es que entre otros muchos alicientes, La Granja de Can Turró propone para comenzar el día una “Ruta de la Leche”. En ella la protagonista es la vaca, que por algo la granja dispone de 60. Hablamos de dar respuesta a preguntas como cuánto dura el embarazo de dicho animal, qué comen durante el mismo, cuándo empiezan a producir leche o en qué cantidades lo hacen. Evidentemente teniendo la oportunidad de ordeñar a una de las mismas. Porque ellas también tienen un embarazo de nueve meses y comen plantos combinados, eso sí, más sanos que los nuestros, a base de hierbas, cereales y minerales.
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Pero en la granja no todo son vacas. También podréis establecer contacto con otros animales, como conejos, corderos o gallinas, viviendo el día a día de los mismos. Porque en ocasiones una actividad tan simple como recoger en una cesta los huevos de una gallina, se convierte en una grata experiencia que – así entre tú y yo – en la playa de Benidorm no podrás hacer.
Realizar actividades y deportes de aventura
¿En serio te vas a una casa rural a simplemente mirar la llama de la chimenea? Amigo, la adrenalina y la diversión no están reñidas con la contemplación. Si quieres quitarte el estrés, olvidarte de la rutina para no olvidar nunca una experiencia, atrévete con las numerosas opciones que este campo ofrece. Por ejemplo, descender un cañón.
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Los más espectaculares los encontramos en Río Verde, en Granada, ideal para el verano, por sus cascadas y su nutrida vegetación. Formiga, en Huesca, en plena Sierra de Guara, con unos paisajes que disfrutarán grandes y pequeños. O Santa Baia, en A Coruña, ideal para los que se inician en esto, cuyo barranco cuenta con toboganes naturales.
Más opciones. Meterte en una batalla de paintball, actividad perfecta para desestresarte, con numerosas empresas que lo ofertan en nuestro país. Y si te gustan las alturas, ¿qué te parece un paseo en globo? Las mejores zonas para ello son Astorga, El Bierzo o Las Médulas. Las vistas panorámicas que esta actividad ofrece harán que una vez bajes del globo, mires la rutina de otra manera.
La lista es interminable. Escalada, paracaidismo, puenting… O esquiar, otra de las actividades más demandadas durante la temporada invernal. ¿Ves? Entonces sí que después de haber pasado por los esquís estaría bien quedarse embobado con la chimenea.
Rutas históricas
Pero si esto es senderismo. Esto debería de haber ido en el apartado anterior. Tranquilo. Resulta que en España contamos con infinitas rutas históricas, que nos trasladan a tiempos pasados, empapadas de belleza, tradiciones y leyendas. Vamos a repasar o a recordar algunas.
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Quizás la más popular sea la que nos lleva por la Vía de la Plata, que conecta con el Camino de Santiago. Una ruta dibujada entre montañas, llanuras y valles y que nos lleva a los orígenes de la cultura occidental, al finalizar la Edad de Bronce. El paseíto cruza por ciudades como Salamanca, Cáceres, León u Oviedo.
Sierra Morena
Otra opción es la Ruta de los Nazaríes, para conocer los inicios del antiguo reino de Granada. Esta ruta nos pone en la pista de los alcaceres y las fortificaciones levantadas entre los siglos XIII y XV. Comienza en Navas de Tolosa y te lleva por Úbeda, Jaén o Baeza. Y de fondo, parajes naturales, como Sierra Morena o la Sierra de Cazorla.
Venga una más. Ruta de la Ribera del Duero. Con un encanto patrimonial incomparable, ideal para conocer los 3 edificios de mayor relevancia levantados por la Orden del Císter: los monasterios de Sante Creus, Vallbona de les Monges y Santa María de Poblet. En definitiva, un viaje del románico al gótico.
Recogida de setas y trufas
Setas
No hace falta que expliquemos en qué consiste la actividad, pero sí dar a conocer las mejores zonas para llevar a cabo la misma. Voy a intentar ser disperso, amplio, inabarcable, para que esté donde esté tu destino rural, allí puedas disfrutar de la recogida.
En Cataluña, destacamos la zona del pirenaico y concretamos con el Parque Natural del Montseny, en Barcelona. Es, sin duda, un auténtico paraíso micológico.
Castilla y León te espera con grandes superficies pobladas con pinares, robledales y encinares. Las provincias con más producción y tradición son León, con la zona del Monte Faedo de Orzonaga y Zamora, con Robanales.
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Viaje al norte. Asturias. No es una zona de masiva producción pero si variedad en la misma, en lo que se refiere a setas. En el paraíso azul podrás encontrar Amanita caesarea, Boletus aereus, Calocybe Gambosa o Boletus edulis. Todas ellas favorecidas por las condiciones climatológicas de la zona.
Y de norte a sur. En Málaga recomiendo el Parque Sierra de las Nieves y la Serranía de Ronda, donde se congregan hasta 400 especies. Y en Huelva, la Sierra de Aracena, donde podemos localizar una de las especias de trufas más escasas y exclusivas, como es Tuber magnatum, en castellano, la trufa blanca.
Aprender a cocinar platos típicos de la zona
Y ya que estamos con comida, allá donde viajes una de las actividades más suculentas, gustosas y ricas es cocinar platos propios de la gastronomía local. Esto va por extremos, asique conozcamos lo genérico de cada lugar, y tú decides qué te apetece más.
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Empezamos por la capital, la Comunidad de Madrid, donde los platos más populares son el cocido y los callos madrileños. Ojo, porque las recetas alrededor de ambos son múltiples, acertar con el punto de cada una de ellas requiere mucha práctica.
En el norte, País Vasco y La Rioja son conocidos por su oferta de pinchos, pero como en toda ciudad norteña que se precie, es de gusto aprender a cocinar un buen bacalao, una merluza o el marmitako de bonito.
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Por otro lado, Cataluña es el lugar perfecto para aquellos que quieran experimentar con productos naturales de la huerta. Las hortalizas y las recetas crecen entorno al tomate y sus diferentes variables.
Y, por último, el sur, Andalucía. Calurosa en el clima, pero fresca en la cocina. Si te hospedas en cualquier punto de la comunidad no debes dejar pasar la oportunidad de aprender a realizar un buen salmorejo.
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Y hasta aquí. Visto lo visto la definición de turismo rural da para mucho (hasta el momento 1.350 palabras) Y lo más importante: todos estos planes son hábiles para cualquier tipo de bolsillo, entonces, ¿a qué esperas para vivir el turismo rural en plenitud?
Sabías que…
… Sólo en Galicia hay alrededor de 350.000 vacas lecheras. Cada una de ellas produce al día una media de 25 litros de leche. El precio de compra de una vaca lechera ronda los 3.000 euros.
