Paraísos perdidos en la costa de España

Pensamos en verano y la imagen que a la mayoría nos viene a la cabeza es la playa, lo malo es que, a veces, resulta demasiado agobiante y nos impide relajarnos decentemente, que es el fin último de nuestros viajes de vacaciones.

Con la finalidad de evitar que las vacaciones se conviertan en esa odisea de buscar un sitio donde plantar la toalla, te proponemos una serie de alternativas apartadas del prototipo de turismo de masas.

¿Nos acompañas?. De Sur a norte nuestras propuestas son las siguientes:


En la isla del Hierro

El tesoro escondido por excelencia del archipiélago canario, encontramos el Charco Azul, una zona de baño litoral que además de tener en sus alrededores unas piscinas de agua salada, encontramos esta ermita que la naturaleza ha dedicado a Neptuno, tallada en la roca con el golpeteo constante de las olas del océano Atlántico, que en este emplazamiento resulta estar caliente.

En Tenerife

Punta de Teno es el punto más occidental de la isla, donde podremos observar uno de los horizontes más extraordinarios de las Canarias, lo cual es mucho decir.

Desde esta pequeña cala de roca volcánica tenemos una panorámica tanto de lo grandioso del acantilado de los Gigantes así como la vista más clara y cercana de La Gomera. Todo ello bañado por unas aguas cristalinas por la poca profundidad de sus primeros metros, claro está siempre que no haya mar gruesa.

En Melilla

Por suerte, el país en el que vivimos cuenta con territorios que geográficamente pertenecen a otros continentes, como es el caso de las ciudades autónomas.

Es en Melilla donde se inicia la depresión que al llegar al Meditérraneo se corta de manera abrupta generando los Cortados de Aguadú, estos acantilados donde habita una rica fauna, tanto terrestre como marina, que podremos contemplar tanto desde nuestra navegación, baño o ruta de montaña, porque existen todas esas opciones brindadas por este maravilloso entorno natural.

En Cádiz

La Duna de Bolonia. Situada al extremo oeste de la playa gaditana con el mismo nombre, que  es donde se encuentra  este monumental montículo de arena movida desde el borde del mar Mediterráneo por los vientos de Levante

Se propone como uno de los observatorios predilectos para ver el atardecer en esta zona de la costa. En su cima, a 30 metros de altura, encontramos una frontera perfectamente contrastada entre ese desierto de nueva generación y la vegetación que lucha por mantenerse por encima. Gracias a la amplitud de la playa, a pesar de tratarse de un entorno popular , es raro que nos encontremos aglomeraciones.


En la región de Murcia

Al cruzar el Parque Regional de Calblanque, a través de rutas senderistas, llegamos a su litoral para descubrir escondidas entre los acantilados, solitarias playas de arena dorada, que para colmo no están ni tan lejos de horrores de la explotación litoral como es La Manga del Mar Menor.

En Mallorca

La típica estampa de Mallorca pero elevada a la décima potencia es Cala de Sa Calobra. Se trata de una playa de guijarros de no más de 30 metros de ancho enclavada entre unos altísimos riscos y rodeada por la vegetación propia del bosque de la sierra Tramuntana. Es el equivalente paisajístico a comerte algo rico, sin que nadie se dé cuenta, para poder comer más.

En Galicia

Al abrigo del bosque Atlántico, la ruta de los faros que recorre este rincón de la comarca pontevedresa del Morrazo, acaba en una playa de arenas claras y aguas aún más. Melide está situada frente a las Islas Cíes y es un bálsamo veraniego para los amantes de los baños refrescantes.

En Asturias

Junto al pueblo de Naves, en el concejo de Llanes encontramos la que ha sido señalada como la playa más pequeña del mundo: Gulpiyuri. Una infiltración del agua del Mar Cantábrico por debajo de los escarpados acantilados de esta zona del litoral asturiano.

En el País Vasco

En la parte guipuzcoana del País Vasco, no muy lejos de la población de Zumaia encontramos Itzurun, esta playa digna de ser un decorado de cine creado por la mano del hombre para simular la superficie de un exoplaneta y casi que el nombre lo favorece. Rodeada de grandes acantilados y surcada por las curiosas formaciones geológicas llamadas flysch, es algo digno de ver y mucho más de fotografiar.

Esperamos que lo disfrutéis.

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