8 cementerios impactantes de España

Como a casi todos, los cementerios nos dan un poco de mal rollo, y no son lugares en los que precisamente podamos estar alegres. Pero es que hay algunos que dan mucho más miedo de lo normal y de hecho, parecen sacados de las películas de terror que más nos asustan.

En España hay cementerios de todos los tipos: más modernos, clásicos, imponentes y...¡escalofriantes! Y en estos últimos es donde nos vamos a detener hoy, para que los conozcas a fondo -si te atreves-.

¿Quieres pasar un poco de miedo hoy? Si la respuesta es afirmativa, te abrimos las necrópolis españolas más aterradoras; y si la respuesta es negativa, deja de leer o esta noche te costará coger el sueño.

 

Cementerio General de Valencia

Antonio Marín Segovia-FLICKR

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“Velad porque no sabéis el día ni la hora de la muerte”. Así reza la inscripción tallada sobre el famoso y premiado Panteón de la familia Moróder, en el Cementerio General de Valencia.

De estilo modernista, fue levantado en 1907 por el arquitecto Antonio Martorell con excepcionales esculturas y relieves del escultor valenciano Mariano Benlliure, considerado como el último gran maestro del realismo decimonónico.

Entre todas ellas destaca una enigmática figura de ángel tallada nada menos que en mármol de Carrara y que sostiene la puerta de bronce de la cripta en “espera” a la resurrección de los fallecidos.

Cementerio de Montjuic

izarbeltza-FLICKR

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El Cementerio de Montjuic, en Barcelona, aparece en casi todas las listas de cementerios que visitar. Su belleza y emplazamiento único en la ladera sur del monte Montjuic y dominando la entrada a la ciudad de Barcelona le confiere una majestuosidad única.

El espacio que hoy conocemos fue inaugurado en 1883 por el arquitecto Leandre Albareda debido al crecimiento y progreso de la sociedad barcelonesa, que hacía indispensable la creación de un camposanto de tales dimensiones.

Además de su imponente vista a la ciudad y el puerto, el Cementerio de Montjuic es reconocido por su gran eclecticismo artístico, reuniendo estilos que van desde el modernismo, al neogótico, neorealista e incluso neoegipcio. Destaca además por su impresionante zona de panteones monumentales construidos por la burguesía catalana del siglo XIX.

El acceso es libre y gratuito, si bien hay visitas guiadas, formando parte de la Ruta de los Cementerios de Barcelona, creada en 2004. Allí están enterrados personajes de la talla del compositor Isaac Albeniz, el político conservador Frances Cambó o el pintor catalán Joan Miró, entre otros tantos.

Cementerio de Alcoy

Xavier-FLICKR

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El I Concurso de Cementerios también premió como mejor monumento arquitectónico a El Panteón Agustín Gisbert Vidal, en el cementerio de San Antonio Abad. Este original monumento que data de 1903 es el lugar donde yacen los restos del empresario fundador de la fábrica de cerillas La Mistera.

Se compone precisamente de aquellos materiales propios de la industrialización que encumbraron a Gisbert, como el hierro y el cemento. Sobresale la escultura de El ángel del Silencio que se asienta sobre una estructura en forma de dolmen y cuya estética representa lo fugaz de la vida.

Cementerio de Burguete

Michael & Sandy-FLICKR

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Recientemente una publicación realizó el I Concurso de Cementerios, una encuesta entre sus lectores para elegir los mejores camposantos de España y fomentar su visita y conservación.

El Cementerio de Burguete, en Navarra, se alzó con el primer puesto del ránking. Construido en 1965, esta necrópolis destaca por su representación y defensa de la igualdad del ser humano ante la muerte. Todo en él es homogéneo.

Su autor, el arquitecto pamplonés Miguel Gortari Beiner, dividió la planta en cuadrículas, correspondiendo cada una a una familia del pueblo.

Está regulada por ley la prohibición de panteones en su interior y todas las tumbas deben coronarse con estelas discoidales, piedras de circulares unidas al rito mortuorio que se utilizaron en Navarra hasta principio del siglo XIX.

Cementerio de Finisterre

pep romero garcés-FLICKR

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Este cementerio asentado en Finisterre, La Coruña, nos viene al pelo por ese nombre un tanto apocalíptico que deriva del latín finis terrae (el fin de la Tierra). Sin embargo, no creemos que pudiera experimentar un levantamiento de sus huéspedes. ¡Sus tumbas están vacías!

El arquitecto César Pontela fue el encargado de crear este vanguardista espacio de sepultura que le ha valido una veintena de premios a pesar de no cumplir con la función para la que fue creado.

Levantado sobre una loma del monte do Cabo y con vistas al Fin de la Tierra, sus 168 nichos actuales en forma cúbica esperan por ser aprobados para su utilización.

Cementerio de Polloe

mertxe iturrioz-FLICKR

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Ubicado en la provincia de Guipúzcoa y a las afueras de San Sebastián nos encontramos con un camposanto en el que merece la pena detenerse un rato para contemplar la gran cantidad de esculturas que tiene.

Se trata de lo que parece un auténtico museo necrológico al aire libre, que además es bastante visitado por la gran cantidad de personalidades relevantes que han sido inhumados en este cementerio.

Entre ellas Clara Campoamor, Gregorio Ordoñéz o Joaquín Satrústegui así como el pinto Ignacio Zuloaga entre otros.

Cementerio Vilanova i la Geltrú

calafellvalo-FLICKR

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No podíamos dejar pasar la oportunidad de caminar entre las calles que hay en esta espectacular necrópolis catalana, que forma parte de la provincia de Barcelona.

Sus curiosas construcciones le han llevado a ser catalogado como Bien de Interés Local, así como a incluirse en la Ruta de Cementerios ASCE. Su construcción data de 1817 y se puede ver con claridad el aire neoclásico que tienen sus construcciones aunque, como decimos, hay algunas especialmente llamativas.

También hay muchas personalidades de referencia de diferentes ámbitos enterrados en este camposanto que no te puedes perder.

Cementerio San Rafael de Monturque

Jhonattan Sarmiento-FLICKR

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La necrópolis de San Rafael de Monturque, en Córdoba, debe su importancia a los restos arqueológicos que alberga en el subsuelo.

En 1885 y con motivo de unas obras de ampliación del camposanto fueron descubiertas casualmente unas Cisternas Romanas de 2.000 años de antigüedad en perfecto estado de conservación.

Años después se las designó como Bien de Interés Cultural. El cementerio en sí, todavía en uso, data del siglo XVI y está incluido en la Ruta Europea de Cementerios Singulares.

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