Casa del Duque

La voluntad de un grupo de profesores y su deseo de innovación en metodologías de enseñanza llevó a la restauración de Abioncillo, un pequeño pueblo semiabandonado en Soria, para reconstruirlo en un pueblo-escuela, con albergue rural, donde llevar a cabo un sinnúmero de actividades educativas y de concienciación ecológica en un entorno campestre y rodeado de parajes naturales y rústicos llenos de historia.

El estilo rústico de la casa no renuncia a la madera en vigas, suelos y mobiliario, salvo en las literas, con armazón de metal. El número total de huéspedes que puede alojar la casa, entre todas las habitaciones, es de 40.

Una de las habitaciones tiene baño propio, siendo dicha habitación de 2 plazas. El resto de habitaciones son una de 14, una de 10, una de 8 y una de 6 plazas. Las habitaciones, amplias y luminosas, tienen pequeño mobiliario para guardar enseres personales.

Todas las plazas de dormitorio corresponden a camas individuales en literas metálicas, y hay disponible un baño compartido para hombres y mujeres. Los huéspedes deben traer sus propios sacos de dormir, sábanas y/o mantas; el albergue puede proporcionar sábanas, por las que se cobrará un suplemento.

Las habitaciones se pueden compartir con otras personas, aunque la casa concede la posibilidad de alquilar una habitación propia, sin compartir. Todas las habitaciones disponen de calefacción, así como agua caliente en los baños.

La zona común del comedor es amplia y luminosa, con espacio para acoger a tantas personas como tienen cabida en las casas. El régimen es de alojamiento con desayuno, que incluye leche, galletas y mermelada. Sin embargo, el servicio de restaurante, con comida típica soriana, para comida y/o cena, solo está disponible para grupos de más de 25 personas; no obstante, si hay un número suficiente de huéspedes individuales, estos pueden juntarse para recibir el servicio. En caso de no haber servicio de restaurante, los restaurantes más cercanos quedan en Calatañazor y Venta Nueva.

También hay disponible un servicio de lavandería para los huéspedes, y aunque no hay televisión sí se dispone de wifi gratis, libros y una surtida colección de juegos de mesa. Entre las zonas comunes se cuenta una sala de convenciones, para reuniones y eventos especiales, que se pueden concertar con la organización, y un salón de 200 metros cuadrados con mesa de ping-pong.

El albergue, con el acceso asfaltado y señalización de acceso, cuenta con zona de aparcamiento, y también es fácilmente accesible por autobuses. Un jardín amplio con huerta, así como una terraza donde descansar al aire libre, coronan el exterior del albergue y las zonas donde se organizan las actividades del pueblo.

En el mismo Abioncillo se puede solicitar documentación sobre la zona, además de incorporarse a uno de los paseos con guía que se organizan desde la asociación. 

Cerca quedan paisajes fluviales como el cañón del río Lobos y el nacimiento del río Abión, en la Fuentona, y lacustres como la Laguna Negra. 

También se puede optar por sumergirse en la tierra y recorrer la Cueva Maja, un yacimiento de la Edad de Bronce, con pinturas rupestres. El recorrido por la superficie está salpicado de bosques, que han de atravesarse para llegar a algunas de las poblaciones más recogidas.

El entorno se presta a realizar rutas de senderismo por el terreno llano, que facilita su recorrido; es de destacar la ruta del Destierro del Cid, desde San Esteban de Gormaz y siguiendo el cauce del Duero hasta Gormaz, desde cuya elevación se puede contemplar parte de la provincia. 

Calatañazor, declarada Conjunto Histórico-Artístico, queda a apenas 4,5 kilómetros del pueblo, y es un lugar de riquísima historia que visitar en cuanto se tiene la oportunidad; entre su arquitectura se cuentan construcciones religiosas románicas, un castillo cimero y las murallas que rodean el pueblo.