Casas Rurales para Dos Personas en Somiedo

Estuvimos esta semana santa, cuatro adultos, dos niños y un bebé y la experiencia no puede ser mejor. La casa de aldea acogedora, limpia, equipada, con calorcito cuando se necesitaba. Nosotros alquilamos la Veiga 1 y genial, no echamos en falta de nada, dormimos como lirones y los chicos lo pasaron en grande. En el ático nos llevábamos a la perra y estuvo a gusto como los demás. Mención aparte el trato del propietrario Eloy, no pede haber mejor anfitrión, muy atento, nos aconsejó sobre rutas y nos proporciono hasta leña para hacer el sábado una barbacoa el el jardín. Mejor imposible.

Pasamos una semana en el piso pequeño. Me pareció todo adecuado. El trato con Segis, el dueño, muy cordial. La única complejidad del piso es el complejo acceso con automóviles grandes. Hay que acceder por una calle angosta y empinada que tanto sirve para salir para entrar...si tenéis un turismo grande hay que hacer alguna maniobra. Claro que eso no es culpa del dueño en tanto que es la configuración del pueblo y tiene una esplanada delante de la casa que basta para estacionar el vehículo, lo malo es salir y entrar hay veces en que al entrar te hallas de cara con turismos bajando y hay que recular marcha atrás.

Podemos decir que acertamos con nuestra elección de este establecimiento. Primeramente su localización, en el apacible y bonito núcleo de Caunedo. El apartamento: agradable, a la perfección pertrechado y decorado, ideal para gozar de una estancia apacible y de las excursiones por la fantástica naturaleza de Somiedo. Y para llenar todo ello, el restorán, con una perfecta combinación de comida tradicional y moderna.

Justo lo que buscábamos, un sitio apacible donde reposar, desconectar y recargar las pilas. En pocos alojamientos nos hemos sentido tan a gusto como en la Casona de Lolo. A resaltar, la limpieza del piso, parace prácticamente que lo vas a estrenar. Es mucho mejor de lo que te esperas por las fotografías. Nosotros estábamos en el piso que daba a la una parte de atrás que tenía una terraza privada, conque lo mejor ha sido gozar reposadamente de los desayunos al aire libre y rodeados de montañas.

Un rincón que a lo largo de 6 días ha ocupado nuestro corazón como en ninguna otra parte. Unas sendas que nos han hecho olvidar el ritmo de vida agitado de la capital de España. Un piso, tan bonito, que involuntariamente, lo haces un poco tuyo. Un restorán genial con cocina de la zona, casera, muy rebosante y es posible que hasta renovadora. Una tasca y una terraza para gozar de una cervecita al final de la jornada, cuando el cansancio te puede y lo mejor una familia, Yolanda, Julio, Floro, Josefa, extrañamos sus conversaciones y su fábada, y asimismo el chiquitín Hugo, etcétera

Lo primero nos agradaría resaltar que el entrecierro es increíble, con la máxima calma para desconectar, solo se escucha el sonido de un río próximo y de los pájaros. Los pisos están muy limpios y realmente bien pertrechados (no falta ningún detalle) si bien lo mejor indudablemente de casa Modesta es el trato recibido por la parte de toda la familia (Modesta y sus hijos), en todo instante pendientes de que nuestra estancia fuera lo más agradable posible.