Casas Rurales con Barbacoa en Gerbe

La casa está enclavada en un lugar muy hermoso, rodeada de olivos y con unas vistas al pantano que verdea cuando le da el sol, que te pasarías el día mirándolo... es un pueblo pequeñíto, muy tranquilo, cerca de Ainsa y que sirve bien como base para conocer toda la comarca y el Pirineo Oscense, que es una maravilla. De la casa, antigua, bonita y bien reformada; comentaros que nosotros estuvimos en la buardilla, que estaba muy limpia y bien equipada, sólo eché de menos una cosa que la hiciera más acogedora de lo que era.

Estuvimos este verano una semana en casa Pardinilla 2 matrimonios con 2 pequeños cada uno de ellos. Nos alegramos de alojarnos aquí más que en el propio Ainsa, pues aunque estábamos al lado, a solo seis km, la calma del ambiente y las vistas inigualables del Pirineo y el embalse que teniamos desde la casa, merecían completamente la pena. Estuvimos muy comodos en la casa grande (doce), aunque no la ocupabamos totalmente, esta lista para asambleas de grandes conjuntos, con comedor y mesa enorme, estupenda cocina y baños para todos, con perfección pertrechados y modernos, pese a la antigüedad de la casa(siglo XVI).

Un fin de semana entre amigos con pequeños a mitad de camino entre francia y españa. Las indicaciones, preocupación por el detalle y la acogida de José Antonio en la casa Pardinilla fueron excelentes. Aconsejamos está dirección a la única condición que nos dejéis lugar para proseguir gozando! Un week end entre amis avec des enfants en bas âge, à mi-chemin entre la france et l'espagne.

La Pardinilla es una casa cargada de historia que, además de esto, ha hecho las exquisiteces de nuestro conjunto de ocho personas a lo largo de una semana entera. Llegar a casa tras un día de senda de montaña era un lujo: 3 baños plenamente dispuestos para bañarnos sin esperas, de forma perfecta limpios. Hicimos noches de café ne la terraza escuchando la lluvia, barbacoas en ma zona perparada para esto, y cenas extensas en el comedor.

Pasé el fin de semana de veinticuatro y veinticinco de enero en Casa Cañimar de Camporrotuno, con mi marido y mis hijos pequeños. Se lo aconsejo a todos y cada uno de los que deseen desconectar de la urbe a lo largo de unos días, es un pueblo muy sosegado y la casa estaba muy limpia. Es un lugar ideal para ir con pequeños. Los dueños de la casa son atentísimos, les enseñaron a mis hijos todos y cada uno de los animales que tienen: ovejas, conejos, ocas, caballos, perros, gatos, pavo real, gallinas.

Lugar elegido para pasar nuestras vacaciones de verano, en concreto de agosto que nos ha dejado sin palabras y del que guardamos un muy buen recuerdo por la paz y la tranquilidad que se respira en los campos y que verdaderamente te hacen desconectar de tu vida habitual, aprendiendo a valorar ir a ver a las gallinas, los paseos por senderos rodeados de árboles y a escuchar el silencio durante las noches en las que hemos descansado muy bien. Además se está muy fresquito. El trato de los propietarios ha sido muy familiar y sólo podemos decir que si volvemos a la pronvincia volveremos a alquilar esta vivienda vacaciona.

Pasamos un fin de semana del mes octubre mi mujer y yo y no defraudó tanto po su encanto como la gran hospitalidad del propietario Quino y de su madre Celia. Pudimos degustar la gastronomía típica de la zona como huevos recién cogidos, miel y productos de la Huerta. Unas vacaciones cortitas estupendas.

Hemos estado cuatro días ahora en el mes de mayo y se nos ha hecho demasiado cortos. La casa es excelente, agradable, comoda muy limpia y bien cuidada en un ambiente ideal para relajarse. Mery se ha portado realmente bien, si bien no hemos podido conocernos personalmente a estado pendiente de nosotros. Es un pueblecino chiquitin en el que solo se oye la naturaleza. Si lo que buscais es naturaleza y calma es el lugar ideal.

Hace ya cinco veranos que volvemos acá.. sin contar con incontables fines de semana y escapadas que recordamos con cariño... Solos, con amigos, con mascotas... no recuerdo vez alguna en que no nos llevemos de vuelta a casa las ganas de regresar. La casa, bella y con una decoración deliciosa hace que te sientas una parte de este hermoso rincón del Pirineo y como no la família al completo, Cruz y Jesús, el abuelo y las pequeñas todos cautivadores y que son parte de experiéncias y instantes que jamás vamos a olvidar.

Fuimos dos parejas con pequeños, y debo decir que me sorprendió gratamente por múltiples razones: - localización: sitio sosegado, apartado del mundanal estruendos de Ainsa, mas próximo a los diferentes vales a los que es posible llegar desde allá (Benasque, Plan, Ordesa, etcétera). Desde Ainsa a Casa Ferrrero son unos veinte minutos en vehículo, mas merece la pena. Ainsa es un pueblo que asimismo vale la pena ver, con su imprsionante castillo y centro histórico.