Sí, esa fue el interrogante que nos hacíamos en silencio y mi pareja un sábado de diciembre lluvioso cuando tras un recorrido lluvioso y con bruma acertamos a localizar ese cobijo en la mitad de la noche y los elementos.
Sola, alejada del mundanal estruendos y con una atmosfera muy singular a su alrededor...,cuando nos bajamos del turismo, nos aproximamos con curiosidad a esa fuente de luz y calor humano, de la que la armonía que nos llegaba nos impulsaba a ello.
Y cuál fue nuestra sorpresa cuando todas y cada una de las miradas del bar del establecimiento se dirigen hacia nosotros (si bien más bien habría que decir tras la familiaridad y el buen entorno que se trataba de un salón de cualquier hogar): se paran las partidas de parchís, se plantan los jugadores de cartas, etcétera..y siguen las sorpresas.
Primero, te reciben con la mejor de las sonrisas tras haber llegado tarde.
Entonces,y no abundan esas noticias, te afirman que debido a una baja de última hora, te actualizan tu habitación a 'suite' al mismo costo.;) (¿de qué forma?)
Mientras que te invade un fragancia a parrilla que llega desde el otro extremo de la casa (el que da a la una parte de atrás), te invitan a que en qué momento bajes de la habitación compartas con ellos una paella casera (¿Eh...? Acá hay gato encerrado...)
Subes a la habitación, increíble (de las vistas no charlamos que era noche cerrada con bruma)...
Bajas, y te relajas y comes con 'desconocidos' que son como amigos de siempre... y la velada se extiende.
En el momento en que te retiras a reposar, nos miramos y decimos: una casa en la mitad de un pinar de cuento, una compañía y entorno agradables..., ¿ y si mañana amanecemos en una jaula? Ja, ja...
Y al despertar, y no en una jaula ;) un desayuno desprendido y rico, y la visita a los alrededores: encuadrada en una zona rica en yacimientos arqueológicos (castro de Neixón y el pertinente Museo Arqueológico), mámoas y petroglifos, la ría al alcance...
Parecía un cuento, ¡¡¡mas fue muy real!!
Mil gracias y ¡vamos a repetir!