Casa Gargallo

Trasládate hasta Mora de Rubielos, en Teruel, y disfruta en una de las 2 casas disponibles. Con una capacidad máxima de 11 personas disfruta del ambiente más rural de Aragón rodeado de los tuyos, desconectando del barullo de la ciudad y despertando rodeado de naturaleza, buen ambiente y mucha mucha paz.

De los 2 apartamentos disponibles, uno está en la parte alta, en la buhardilla y otro, idóneo para personas mayores, en la planta baja. La equipación de ambos es idéntica, aunque se diferencia en el número de dormitorios y de baños.

En el exterior de la casa encontrarás grandes espacios abiertos a la naturaleza donde podrás disfrutar y preparar tus mejores platos en la barbacoa de piedra que tienen en el jardín, o cocinar a la plancha y quizás, te atrevas con la paella. Pero tranquilo, está a medio techar, por lo que te podrás cubrir del sol del Aragón en los meses de verano.

En las zonas al aire libre también existe una mesa de jardín donde degustar la comida del chef a la barbacoa. Puedes pasearte, asimismo, por el huerto donde verás las mejores hortalizas de la zona.

Ya en el interior, las estancias están decoradas con muebles restaurados que nos trasladan a otra época y una serie de cuadros y arreglos florales, todos ellos obra de la propietaria de la casa. Están a la venta en su totalidad, y si tienes algún encargo especial, también es posible.

A tan solo 45 minutos en coche, saliendo desde Teruel, nos plantamos en Rubielos de Mora. En este antiguo pueblo romano de casi 700 habitantes. En él, podemos pasear y encontrarnos con maravillas como la iglesia de Santa María la Mayor. Está datada hace 6 siglos. El estilo en el que está construida es el barroco.

Si seguimos andando por su casco antiguo nos encontramos con la ermita de Santa Ana o con la Ermita del Pilar. Como curiosidad, apuntar que este pueblo y, en concreto, su zona vieja, tiene un premio, el Europa Nostra.

Y si lo que nos gusta es el turismo gastronómico, hay que probar las gachas, pedir una buena sopa de ajo o unas ricas migas y terminar con el melocotón de Calanda. ¡Una maravilla!