Casas Rurales para Grupos en La Alberca

Hemos pasado allá el puente de la Constitución y ha sido una maravilla. El trato ofrecido insuperable, el rincón fantástico, y la casa también: cómoda, sigilosa y con todo lo preciso.Además, está muy cerca de los llegues y de pueblos bonitos en los que perderse. Indudablemente lo aconsejaría para pasar allá unos días incomparables con familia o bien amigos.

Muy bonito tanto el pueblo Miranda del Castañar como la Posada Miranda. Elena y Max son, muy agradables y atentos en todo momento. Los desayunos muy buenos con miel de la zona y aceite de oliva espectacular. Un enclave con vistas a la Sierra de Francia desde la terraza de la posada increíbles. El pueblo es precioso. La Posada está totalmente adaptada para discapacitados sin embargo el pueblo en su gran mayoría es imposible de visitar en silla de ruedas.

Ascen dirige La Cabachuela tal y como si de una mesonera cervantina se tratase y nos abriese su venta en pleno corazón de Las Hurdes. Los alojamientos se han edificado con la pizarra propia de la arquitectura popular jurdana, son extensas y limpias, y se ubican en un sitio privilegiado a las riberas del río Jurdano que puedes oír desde la terraza de las habitaciones. La ubicación es ideal para conocer Las Hurdes altas, quizá las que preservan un sabor más genuino en lo que se refiere a paisaje, puedes caminar por sus pueblecitos con sus caminos pintorescos, sus ríos de pozas transparentes y sus preciosas cataratas, las estaciones de pinturas rupestres y los rincones mejor preservados de su arquitectura tradicional.

En Semana Santa hemos estado un conjunto de tres familias con hijos. Las casas están realmente bien, limpias y cómodas. Las camas son muy, muy buenas, y como no hay estruendos, se duerme maravillosamente. El ambiente, con el cenagal, deja paseos realmente agradables. Lástima que el tiempo no nos ha tolerado emplear las terrazas de las casas para comer y tomar el sol. Ideal para reposar. Única pega: está un tanto lejos de ciertos puntos de interés de Extremadura, al final debes hacer muchos quilómetros.

El sitio está muy bien, se come muy bien, en cualquiera de sus opciones, como menú, carta o pensión. No en vano los fines de semana se llena de gente el restaurante tanto para comer como para cenar y el trato me parece excepcional, empezando por Emilio y Mª José, así como el resto de los camareros y camareras. Aunque físicamente no haya nadie en la recepción en muchas ocaciones, Emilio está prácticamente todo el día en la cocina, además en todas las habitaciones hay un papel con la información del alojamiento y los teléfonos móviles de los encargados.