Una ruta mágica por el flysch

Si eres fan de la serie Juego de Tronos, probablemente, los paisajes que te vamos a enseñar te suenen, y es que esta espectacular zona costera de Guipúzcoa sirvió como telón de fondo de algunas de las escenas de la serie (para los más frikis de la serie, es el escenario de la última temporada, dando vida a la Casa de los Targaryen: Rocadragón) .

Este fenómeno geológico de belleza única, se extiende desde la localidad de Zumaia hasta Deba y se puede recorrer a pie, en coche o, incluso en barco, con una perspectiva diferente.

Si te animas a recorrerla a pie, podrás ver de cerca las peculiares formaciones rocosas y, cómo no, obtener una impresionante vista desde los acantilados.

En los últimos años se ha convertido en uno de los mejores planes para descubrir la costa guipuzcoana, así que, si te apetece adentrarte en esta maravilla de la naturaleza, ¡acompáñanos!

¿QUÉ ES EL FLYSCH?

Te suena el nombre, pero, a menos que hayas buscado en Google y visto las imágenes (San Google no guarda secretos para nadie), probablemente no tengas ni idea de qué es.

Pues es el término que se emplea para denominar esta curiosa formación geológica, en el que la erosión constante del mar, tras millones de años, acaba eliminando las capas blandas de la roca, dejando los estratos del subsuelo a la vista.

Es una palabra de origen alemán que significa fluir, y el término fue acuñado en 1827 por Bernhard Studer en sus estudios realizados en formaciones parecidas en la zona de los Alpes.

NOS PREPARAMOS

Antes de empezar a meternos en harina, queremos darte un consejo para que no te pierdas ni un solo detalle durante el recorrido.

Y es que, hay que tener en cuenta las mareas, para disfrutar por completo de la ruta. Lo ideal es que coincida con la marea baja, aunque, en caso de que la marea sea alta, siempre tienes la opción de recorrer el camino desde la zona de acantilados, pero, en ese caso, te perderás el observar de cerca parte de este paisaje de ensueño.

¿Te estás preguntando cómo saber cuándo está la marea baja? Pues es tan fácil como descargarte una app, por ejemplo la oficial de la AEMET, y tendrás la respuesta.

¿DÓNDE EMPEZAMOS LA RUTA?

Desde Zumaia, nos dirigimos a la Ermita de San Telmo, un emplazamiento con vistas de infarto, y justo tras ella, encontraremos unas escaleras, visibles con la marea baja, que nos conducen hasta la playa, aunque en caso de que la marea esté alta, tienes la opción de tomar un sendero que va por la zona de los acantilados.

Si puedes bajar por las escaleras, ¡mucho cuidado!, porque aquí viene lo difícil, y es que a veces, hay que caminar por las mismas rocas, y resbalan bastante, así que, asegura el paso primero… ¡no queremos sustos!

Los paisajes que podrás contemplar tienen millones de años a sus espaldas y son fruto del constante embate de la fuerza del mar contra las rocas y, te aseguramos, que te dejarán con la boca abierta.

De unos tramos a otros se combinan estas peculiares y caprichosas formas rocosas con zonas más sencillas a la hora de caminar, pero, de nuevo, repetimos que hay que tener cuidado, porque un resbalón te puede meter en problemas.

PLAYA DE SAKONETA

Antes de llegar a esta playa, recorremos previamente un sendero por la parte alta de los acantilados, donde los paisajes se transforman en verdes prados y, paralelamente a la costa, seguimos en dirección oeste. Puede ser fácil despistarse, pero, por lo general, siguiendo las indicaciones de los carteles hacia Deba, no debería tener pérdida (una pista de utilidad es que el sendero está marcado en color blanco y rojo).

Una vez en la playa, la imagen es mágica, y es que el impresionante acantilado vertical como pared de fondo, junto con las aguas de azul intenso, son un conjunto que no te dejará indiferente.

Para los amantes de la fotografía, este es el escenario perfecto para retratar ese espectáculo natural en su máximo esplendor, pero para ello, como te decíamos al principio, asegúrate de que la marea esté baja, de lo contrario, gran parte del flysch no estará a la vista.

LLEGAMOS HASTA DEBA

Desde la misma Playa de Sakoneta emprendemos el tramo final de la ruta, y a partir de aquí, subimos hasta la parte más alta de los acantilados, recorriendo este último tramo desde las alturas, pero con unas vistas no menos impresionantes.

En este punto, el paisaje se vuelve a convertir en prados verdes, combinando zonas de bosque, hasta llegar a la Ermita de Santa Catalina, lugar perfecto para hacer un descanso y contemplar la panorámica.

Una vez hemos hecho acopio de algunas fuerzas, sólo nos queda llegar hasta Deba, donde, si tienes tiempo, puedes dar un paseo por sus calles y conocer sus rincones más bonitos.

Para volver hasta Zumaia, deberemos coger el tren de vuelta, puesto que no se trata de una ruta circular en la que podamos volver por el mismo camino.

UNOS CUANTOS TIPS MÁS

Si llegas en coche hasta Zumaia, en su casco antiguo no se puede aparcar, pero puedes dejarlo en la zona del puerto y, desde ahí, emprender el camino hacia el centro del pueblo y, después, ascender hasta la Ermita de San Telmo.

El calzado, para esta ruta, es algo importante, así que asegúrate de llevar unas buenas botas y, a ser posible, con suela antideslizante para evitar, en la medida de lo posible, los resbalones.

Aunque creemos que es obvio, nunca está de más recordar que, cualquier deshecho lo lleves contigo hasta que lo puedas tirar en un cubo de basura, y así contribuir a mantener limpios estos paisajes naturales.

En cuanto al tiempo… Sabemos que por el norte, el sol no se prodiga demasiado, así que para contemplar el flysch en todo su esplendor te aconsejamos que aproveches los días soleados, aunque, no te vamos a mentir, en días nublados o con algo de niebla, la ruta también tiene un encanto místico.

Si has llegado hasta aquí, a estas alturas lo más seguro es que, por lo que te hemos contado, estés totalmente enamorado de esta ruta, y es que la costa cantábrica nos brinda unos paisajes salvajes en los que pocas veces reparamos más allá de algunas playas.

Solo te queda planear bien tu viaje, teniendo en cuenta nuestros consejos, y, sobre todo, llevar contigo las ganas de disfrutar al máximo. Ahora… ¡a caminar!

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