Las 7 maravillas naturales de Aragón

El norte de la Península tiene un algo especial que enamora a aquellos atraídos por los paisajes naturales. Generalmente debido a su tiempo fresco, atrae mucho turismo en verano, y gracias a Dios, la gran mayoría son muy respetuosos con el medio ambiente.

Ahora, y más que nunca, debemos aprender a apreciar lo que la naturaleza ha construido para nosotros a lo largo de los milenios. Esculpiendo montañas, refinando las ondulaciones de las praderas, regando nuestros bosques…

Un ejemplo de lo especiales que son nuestros paisajes es Aragón, una comunidad autónoma que roza con los Pirineos y guarda en su interior muchos otros accidentes geográficos de gran relevancia medioambiental.

Dividido en las provincias de Huesca, Teruel y Zaragoza, en cada una de ellas hay varios paisajes que nunca fallan a la hora de dejar boquiabiertos a sus visitantes.

En el artículo de hoy te ofrecemos una breve lista para conocer las 7 maravillas naturales más impresionantes que puedes encontrar en la región de Aragón.

Los Mallos de Riglos (Huesca)

Su nombre proviene de la localidad en la que se encuentran: Riglos, uno de los pueblos del Prepirineo oscense. Los mallos son una formación geológica en forma de peñas verticales de gran altura.

Se consideran Monumento Natural desde 2016, y a día de hoy es un territorio muy apreciado por los amantes de la escalada. No es para menos, porque uno de sus puntos más altos está a 1.045 metros de altura, en el Macizo de d’Os Fils. En general, el conjunto de las paredes mide 300 metros desde el suelo.

Además, son el hogar de fauna de lo más peculiar, razón por la cual se ha instalado en las cercanías un centro de interpretación para aves carroñeras, las cuales tienden a construir sus nidos en estos riscos.

El Glaciar del Infierno (Huesca)

Se trata del glaciar más occidental del Pirineo español. Está situado cerca de los Baños de Panticosa, a unos 3.050 metros de altitud.

En total, este glaciar ocupa el equivalente a unas 9 hectáreas de terreno, rodeado por las paredes erosionadas de las montañas aledañas.

Pese a que por el calentamiento global muchos de los glaciares que conocemos están sufriendo una fuerte regresión, como es el caso del glaciar del Aneto, en el glaciar del Infierno este daño se ha visto considerablemente reducido en los últimos años, con lo que aún podemos disfrutar de este increíble paisaje.

La Muralla China de Finestres (Huesca)

Este elemento natural acompaña a la historia del pueblo olvidado de Finestres, que fue abandonado en los años 60 a causa de la construcción de un embalse.

Aunque lleve este nombre, la muralla china es un accidente natural en el que la mano del hombre ha tenido poco que ver. Son unos grandes y rectos muros de roca que separan Cataluña y Aragón, además de hacer de pared para el embalse de Canelles.

Para llegar aquí hay que recorrer al menos 10 kilómetros desde el pueblo más cercano, pero merece la pena. Además, para conseguir las mejores vistas panorámicas de la Muralla China de Fines, se organizan paseos en barco a lo largo del embalse que permiten observar los muros en su totalidad.

Los Órganos de Montoro (Teruel)

Este es otro de los cinco Monumentos Naturales que posee la Comunidad de Aragón. Está situado entre los municipios de Villarluengo y Ejulve.

El nombre de ‘los órganos’ le viene dado debido a que es una formación rocosa con afiladas columnas que recuerdan ligeramente a los tubos presentes en este instrumento. Muchos de ellos están organizados en filas y niveles dando una sensación de orden en pleno caos natural.

Este accidente geográfico se originó en el periodo Cretácico, y sus puntos más altos pueden llegar a medir 200 metros de altura. La presencia de carrascas y sabina negra hace que sea un lugar de alto valor ecológico también.

La Rambla Barrachina (Teruel)

La Rambla de Barrachina, en Teruel, bautizada así por el municipio que crece a sus pies, es un ejemplo de que no hay que irse a Texas o el Gran Cañón para sentirte como en el Lejano Oeste en nuestra propia España.

Se trata de una sucesión de acantilados y desfiladeros atrapados entre altas paredes de colores rojizos y amarillentos debido a su composición arcillosa.

Se trata de una zona muy poco transitada y poco masificada, por la que no parece haber pasado el hombre. Tal vez puedas encontrar restos de cultivos, pero fueron abandonados hace tiempo debido a la dificultad para hacer crecer productos de huerta en este terreno.

El Parque Natural Monasterio de Piedra (Zaragoza)

Este es uno de los pocos lugares que compartimos en los que la mano del hombre y la naturaleza han sabido convivir. Al menos durante un tiempo. El parque debe su nombre a un antiguo monasterio XIII, del cual ahora solo quedan unas ruinas.

Discurre a lo largo de este territorio el río Piedra, que en los desniveles de tierra de sus bosques genera decenas de pequeñas cascadas rodeadas por exuberante naturaleza.

Además, en las inmediaciones de este parque hay un bonito hotel con spa que se camufla con el ambiente natural sin producir daño alguno a este paisaje.

Los Aguarales de Valdemilaz (Zaragoza)

Este inusual paraje se encuentra a 2 kilómetros de la localidad de Valpalmas. Además, el recorrido por este paraje ocupa también un par de kilómetros, por lo que es una buena ruta para los aficionados al senderismo.

Este terreno abundantemente arcilloso ha creado a lo largo de los siglos unas curiosas formaciones en forma de chimeneas afiladas a través de un proceso geológico conocido como ‘piping’, lo que provoca la creación de tuberías de roca y abarrancamientos.

Para esto, el agua se filtra en la roca creando los tubos, y el material no debe ser especialmente duro, erosionándose con facilidad.

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